Sube y baja, hamacas, palo borracho, Pimpinela...

Sube y baja, hamacas, palo borracho, Pimpinela, nadie sabe, todos saben, ah! No, eso era otra cosa. Los niños jugando en la plaza en un contorno borroso de los años ’80, con un sonido de música campestre. Todo parece un sueño, pero es la conocida realidad. Uno lo ve de afuera, pero se ve ahí adentro. Voces, ruidos, todo confuso, nada concreto, pero son esos murmullos que suenan como una canción de cuna, acompañados por esa brisa y ese rayo de sol que se escabulla entre las hojas del ombú.