La gran mayoría de las cosas que hago...

La gran mayoría de las cosas que hago se originan en las consecuencias de eso que hago. Si no fuese por las consecuencias probablemente no haría ni el 98% de las acciones de mi día a día. No hago las cosas por el solo y exclusivo disfrute de hacerlas, sino porque las consecuencias de hacerlas creo que me harán más feliz. Probablemente si solo me concentrara en hacer las cosas que me hagan feliz por si mismas, y no que sean causa de una felicidad futura, aunque no sea intuitivo estoy seguro que sería menos feliz.

No la vi nunca en mi vida...

No la vi nunca en mi vida, ni tampoco me la imaginé. No tengo claro su tono de voz y mucho menos su cadencia al respirar.  De hecho, mientras escribo estas palabras me doy cuenta que ya la definí como una mujer, pero probablemente no lo sea. A pesar de todo lo escrito es quien me tranquiliza en momentos de ansiedad, quien me da ánimo en momentos de tensión o quien me acompaña muchas veces en caminos que jamás había transitado.

Me dicen que vivo al límite...

Me dicen que vivo al límite, pero esa es una falacia que me cuesta muchas veces explicar, o más bien me cuesta que la gente lo entienda. Puede ser verdad que siempre se me vea la limite, sobre todo si no me ven con cierta frecuencia y solo lo hagan por unos momentos. Vivo al límite, pero ese límite es el que voy moviendo contantemente, es el que me hace querer agrandar mi espacio y mi zona en la cual disfruto moverme. No es que me gusta vivir al límite, sino que me gusta ir corriendo ese límite y hacer que lo que aparentemente estaba del otro lado, hoy pueda ser parte de mi día a día.

El lunes pasado abrí el cajón...

El lunes pasado abrí el cajón y encontré a mis ojos del pasado. No recordaba haberlos dejado ahí y no sabía si lo correcto era volvérmelos a poner o no arriesgarme a enfrentarme a esa situación. Hoy recuerdo ese pasado muy feliz, disfrutando de cada momento, más allá de ser consciente que no era todo felicidad. Con cierta melancolía me da miedo ponerme esos ojos e ir al pasado para darme cuenta que allí era mucho más feliz. Finalmente me animo, me pongo esos ojos que encontré en aquel cajón y empiezo a ver ese pasado no con los ojos del presente sino con los de aquel momento, y me doy cuenta que esa felicidad casi plena que recordaba estaba lleno de momentos de angustia, incertidumbre y tristeza. Casi como un reflejo me los saqué abruptamente y volví a ponerme los ojos del presente intentando volver a recordar ese pasado con la felicidad que lo hacía antes de abrir ese cajón.

Cuando ya no hay nada que escribir...

Cuando ya no hay nada que escribir es cuando el cuerpo se siente liviano de ataduras. Cada palabra y cada frase que uno escribe es un pequeño nudo que se va desatando de esa soga que te ata a algo de lo que querés escapar. Una vez que lográs desatar ese último nudo y ya no hay nada que te ate, te sentís muchísimo más liviano, pero ojo, que haberse desatado de eso que no te dejaba ser feliz, no significa bajo ningún concepto, que eso haya desaparecido.

Veo una tormenta allá afuera...

Veo una tormenta allá afuera, parece el fin del mundo y no me da miedo. La razón de eso no es que crea que es imposible que sea el fin del mundo, sino que el hecho de pensar que efectivamente podría serlo no me genera ningún temor. Siento cierta melancolía por los momentos vividos, pero me genera una cierta adrenalina lo que pueda estar por venir, si es que hay algo después del final. Lo bueno es que si no hay nada, no habrá ni siquiera espacio ni lugar para sentirme decepcionado.

Soy el más egoísta cuando miro tu sonrisa ...

Soy el más egoísta cuando miro tu sonrisa y siento tu felicidad. Seguramente si muero en este instante iría directo al infierno, porque poco me importan las injusticias fuera de estas cuatro paredes. Por suerte vos sos diferente y me obligás a salir a luchar también por los sueños ajenos, para que nuestra felicidad sea compartida y contagiemos al mundo de nuestros humildes, pero poderosos, momentos de felicidad.

Yo no soy aquel que pensé que iba a ser...

Yo no soy aquel que pensé que iba a ser a tu lado. Soy mucho más ruin, menos atento, más intolerante y menos cariñoso. Gran parte de eso es porque soy diferente al que fui, y no necesariamente la causa sea que traicioné a aquel que pensó que iba a ser diferente en este momento. Probablemente también tenga que ver que pensé que vos ibas a ser más atenta, menos introvertida, más soñadora y menos evasiva.  

Tengo la ansiedad de querer dejar de ser ansioso...

Tengo la ansiedad de querer dejar de ser ansioso. Quiero que lo antes posible sea el momento en que deje de pensar que algo sea “lo antes posible”. No controlo ese futuro incierto, pero si hay algo que puedo hacer, que es crear ese futuro. Lo que me resulta difícil es actuar consecuentemente al pensamiento de que ese futuro que me genera ansiedad lo estoy creando en el mismo presente, y probablemente si no vivo el presente sino solo pensando el futuro, ese futuro no será como me gustaría que sea.

Estoy donde siempre quise estar...

Estoy donde siempre quise estar, lo cual en principio suena a algo fabuloso e incluso envidiable para la gran mayoría de gente. El problema de estar en este lugar, es que ya no tengo a dónde ir.

Los sueños de los primeros 15 minutos...

Los sueños de los primeros 15 minutos después de dormir, son muy diferentes a los sueños que creemos recordar unos instantes después de despertarnos. No tengo claro el motivo ni tampoco me importa saberlo, pero probablemente los primeros tengan más que ver con lo que viví, y los últimos más con lo que en algún momento deseo que suceda. No implica que sea posible que eso pase, pero tan solo con imaginarlo, ya hace que mi día arranque por lo menos con las ganas de intentarlo.

No me siento igual que hace 1 año...

No me siento igual que hace 1 año, porque hice muchas cosas para ser diferente a aquella persona que supe ser. Algunos de los cambios fueron involuntarios, pero muchos fueron conscientes. Esto no quiere decir que los cambios conscientes siempre salieron de la forma que pensaba, algunos salieron mejor, y otros probablemente hubiese preferido que sean diferentes. Pero de algo estoy seguro, es que me siento muy orgulloso de ser la persona que soy, y no la que hubiese sido si me hubiese mantenido en aquel statos quo.

Llegó el momento más esperado, pero lo que...

Llegó el momento más esperado, pero lo que nunca existió en mi cabeza ni se representó en mi imaginación, es el momento después a ese momento más esperado. Es todo incetridumbre y ansiedad. No tengo idea lo que va a suceder, pero si estoy seguro que no voy a querer que ese paso que di vuelva para atrás. Eso es lo interesante y emocionante de la vis, que llegado el momento tan deseado, lo que queda por vivir de ahí en adelante es pura incertidumbre.

A un paso de cambiar mi vida, pero ...

A un paso de cambiar mi vida, pero mi pierna derecha no quiere avanzar. Miro a mi pierna izquierda y me doy cuenta que tampoco va a ayudarme. Es solo un paso, me acompañaron durante tanto tiempo del camino, primero una, después la otra, una y otra vez. Llegamos casi al final, falta muy poco, pero por alguna razón no me ayudan en este momento. Mis piernas nunca pensaron que iban a llegar a este lugar por eso avanzaban sin preguntarse mucho qué pasaría en este último instante. Después de varias horas de inmovilidad, ya sin saber que hacer, mis piernas empiezan a tomar impulso, y entre las dos, como si esto fuera un “a todo o nada” en lugar de un paso, dieron un gran salto, como sabiendo que ya no había vuelta atrás.

No entiendo lo que hablan, es otro idiom...

No entiendo lo que hablan, es otro idioma o un dialecto que no llego a comprender. A veces creo entender alguna palabra, pero no deja de hacer que me confunda aún más porque no logro contextualizarla. Cada tres o cuatro frases me miran, sin saber si esperan algo de mi o para corroborar que no entiendo nada para poder seguir hablando tranquilos. Quiero escapar de ese momento y lugar, pero físicamente no lo puedo hacer, por lo tanto me escapo con mi mente. Me voy a un lugar deseado, con la esperanza de en algún momento poder estar en ese lugar.

Sucede que en un determinado momento ...

Sucede que en un determinado momento dejo de ver la luz al final del túnel, para ver la oscuridad que ya dejé atrás. Ya salí ese ese espacio y tiempo que solo me quedaba ir para adelante sin pensar demasiado con la esperanza de que en algún momento pudiese mirar 18 grados y disfrutar del brillo que no solo tienen las cosas, sino el brillo que seguramente les doy yo al mirarlas. Ese momento sucedió, lo estoy viviendo, y hacer atravesado ese túnel hace que pueda disfrutar de esta enrome luz, mientras que a mi alrededor, sin lograr entenderlo, hay gente que se enfada por la claridad.

Te fuiste y me dejaste feliz...

Te fuiste y me dejaste feliz. Es rara la situación que estoy viviendo, pero sé que tengo que disfrutarla lo máximo posible porque en cualquier momento puedo llegar a caer en la realidad de que ya no vas a estar del lado izquierdo de la cama pidiéndome que te abrace para no sentir miedo. Ese momento estoy seguro que llegará, y voy a quedar destruido, pero por ahora eso no sucede. Por eso mismo me obligo a sentir cada momento como si fuese el último en que fuese a sentirme así. Extrañamente esa sensación fue la que me salvó, la que hizo que viviese ese duelo que no pensaba nunca pasar, como algo, paradójicamente pasajero.

El amor nos salva de estar hundidos e...

El amor nos salva de estar hundidos en la rutina que se transforma en una cadena perpetua en esta vida, cuyo final se asemeja a un celador que se acerca gritando mi nombre para avisarme que llegó mi turno de ir a la silla eléctrica. En ese camino por el pasillo angosto sintiendo la respiración del resto de personas que transitan este mundo de una forma parecida a la que yo lo hice, me doy cuenta que el amor hubiese hecho que este camino final fuera menos melancólico y más feliz.

Un ejercicio difícil es entender en forma retrospectiva...

Un ejercicio difícil es entender en forma retrospectiva en qué momento de la vida fui feliz. Juzgar la felicidad con los ojos del hoy puede ser muy injusto. Por ejemplo, puede haber sucedido que un momento de gran felicidad haya sido la causa de una gran tragedia, entonces probablemente me cueste admitir ese momento de felicidad como tal. A los escritores, y a mi en particular, no me resulta tan difícil darme cuenta en qué momento de mi vida fue más feliz que en otros. Eso se refleja por la cantidad de textos que escribo. Si en algún momento de mi vida dejé de escribir, seguramente fue porque me dediqué a disfrutar de la vida y no tenia tiempo de sentarme frente a un papel a dejar asentado lo feliz que me sentís.

Sin duda hay una gran parte de razón cuando...

Sin duda hay una gran parte de razón cuando alguien me dice que yo escribo para ser leído, es decir, para que alguien en algún momento me lea. Antes yo aseguraba que la principal, y única razón por la que yo escribo, es para vivir más liviano. Cada vez que termino un párrafo algún músculo de mi cuerpo se relaja. Siendo eso una verdad, también debo admitir que escribo para que alguien me lea, y de eso me di cuenta cuando el otro día sin darme cuenta, me encontré releyendo mis escritos de hace unos años. Escribo para sentirme más liviano, y para poder en un futuro poder volver a leerme.