Suena el teléfono y me resulta...

Suena el teléfono y me resulta muy extraño. No es que me sorprenda porque nunca haya escuchado un teléfono sonar, sino porque la realidad es que no tengo teléfono. No sé si ponerme a buscar uno por algún lado, seguir el sonido o simplemente gritar fuerte un “hola” a ver si alguien contesta. Me inclino por la tercera opción, y el teléfono deja de sonar. Escucho una respiración, unos latidos del corazón y una voz muy familiar que me dice casi susurrando: “Yo también te estoy esperando”