Si no veo, pienso. Si no pienso, siento. Si no siento, muero.

Si no veo, pienso. Si no pienso, siento. Si no siento, muero. Muchas veces es mejor no explicar pero como esto se trata de escribir párrafos y no frases, me siento con la obligación de hacerlo. Cuando estás con los ojos abiertos tu cerebro se ve invadido por una gran cantidad de imágenes que tiene que procesar, analizar y entender. Al cerrar los ojos, y no tener ese estimulo visual, ya tu cerebro no es invadido por imágenes, sino por pensamientos. Al cerrar los ojos los pensamientos empiezan a llegar uno tras otro, algunos más y otros menos importantes, pero sin descanso. En el momento que lográs dejar de pensar, algo difícil de conseguir, es cuando empezás a sentir. Es difícil de describir, y no suele durar mucho tiempo, pero son instantes en que tu cerebro se libera, deja de funcionar como está acostumbrado y se siente una sensación de relajación. En el momento en que no ocurren ninguna de las tres cosas, ni ver, ni pensar, ni sentir, es cuando probablemente, ya no estés ni física ni espiritualmente en este mundo.