Escribo estas palabras teniendo hambre, y en
este caso lo debería ver como un punto a favor, ya que dicen que con hambre no
se piensa bien y el objetivo de los párrafos que escribo es hacerlo sin pensar.
El problema es que la consecuencia directa de no pensar por mi abundante
apetito hace que este párrafo sea mucho menos interesante de lo que podría
llegar a haber sido si antes me comía un chocolate con churros.