Te fuiste y me dejaste feliz. Es rara la situación que estoy viviendo, pero sé que tengo que disfrutarla lo máximo posible porque en cualquier momento puedo llegar a caer en la realidad de que ya no vas a estar del lado izquierdo de la cama pidiéndome que te abrace para no sentir miedo. Ese momento estoy seguro que llegará, y voy a quedar destruido, pero por ahora eso no sucede. Por eso mismo me obligo a sentir cada momento como si fuese el último en que fuese a sentirme así. Extrañamente esa sensación fue la que me salvó, la que hizo que viviese ese duelo que no pensaba nunca pasar, como algo, paradójicamente pasajero.