Cuando la vida parece caerse por solo una piedra que aparece en el camino, el problema no es la piedra, sino la importancia que le damos. Nunca una piedra va a lograr hacer que caigamos tan profundo teniendo en cuenta todo lo construido. El problema es cuando navegamos en el mundo de la profecía autocumplida y estamos convencidos que esa piedra tiene el suficiente poder de destruirlo todo. No es la piedra la que va a provocar eso, es el poder que nosotros le dimos a ella el que seguramente lo vaya a hacer,