El líquido transparente entraba por mí ser, recorriendo cada pedazo de mi interior, cada rincón, sintiendo como oxigenizaba cada célula de mi cuerpo, de mi piel. Siempre todo momento placentero lleva a una guerra interna entre los caníbales y los pacificadores que intentan que ese líquido se frene y no obligue a los exagerados tranformers a tener que empezar a romper las paredes internas de cada órgano fugaz en lo que es la historia de la humanidad