Solo en la isla de una casa en Tucumán nadie sabrá porqué uno estuvo allí sin querer estar. De repente salió y vió una montaña con nieve, salió, hacía mucho frío, pero cambió la montaña por playa y llegó el calor. Se acercó a la playa, el agua de mar se hizo hielo, patinó sobre él. En el medio del mar, con sus patines a cuesta, el hielo se hizo dulce de leche y empezó a comer. Se empachó. El sol empezó a calentarlo, estaba rico, pero caliente. Después se cansó y volvió a su casa, Nadie lo reconoció. Vivía solo.