Las prioridades tienen que ser tan claras, que ni el agua...

Las prioridades tienen que ser tan claras, que ni el agua contaminada del río de La Plata tiene que opacar esa visión de largo plazo que debemos tener. Al final de cuenta somos nosotros lo que vivimos en este mundo, y no las circunstancias que nos rodean en las vicisitudes del más allá que producen soluciones casi imperceptibles, haciéndonos creer que el mérito es nuestro, mientras que en realidad no somos más que la causa de la existencia de los otros