Pensé que todo había sido en vano, que nada había valido el esfuerzo, que todo se había perdido. Fueron algunos escasos segundos, pero alcanzaron para conocer a ese sentimiento de la impotencia, desolación, de infelicidad. Ahora por suerte lo conozco, y no me lo quiero volver a cruzar, por lo tanto ahora tendré más cuidado de no perder lo que no quiero perder y prestarles más atención, Supongo que eso provocará prestarle menos atención a otras cosas menos relevantes, lo cual se torna en una doble ventaja, Perder aquello que es necesario perder, pero que a veces no se quiere perder por miedo a quererlo después.