Caminando por la calle...

Caminando por la calle me crucé con un oso polar el cual me preguntó a dónde iba, y yo le contesté que iba hacia un curso de literatura. Él me empezó a molestar y le dije que si no se movía le iba a pegar una piña. Eso mucho no le gustó, y me comió una mano diciéndome que se me iba a dificultar escribir sin ella. Yo le dije que todavía me quedaba la otra, y si decidía comérmela después, podía aprender a escribir con los pies. Para resumir, me terminó comiendo todo el cuerpo, excepto mi cabeza. Ahora tengo todo el cuerpo trasplantado, por lo tanto estas palabras fueron escritas por manos que no son mías, y ahora dudo si ellas tienen suficiente autonomía como para escribir solas o es mi cerebro las que les dicta lo que ellas deben escribir.