Me tapo los oídos y lo único...

Me tapo los oídos y lo único que hago es escucharme aún más. Dejo de prestar atención al ruido de las vías del tren, pero mis latidos son cada vez más fuertes. Empiezo a sentir como la sangre va recorriendo cada parte de mi cuerpo como un torrente de agua que recorre los subsuelos de una gran ciudad. Dejar de sentir el afuera para quedarnos con lo que sucede dentro nuestro, siendo difícil de imaginar solo con los sentidos que conocemos. Creo que me empiezo a elevar, salir de mi asiento, nadie lo nota, pero yo empiezo a observar a la gente desde una altura insospechada. Hasta que caigo fuerte, mi cabeza rebota de una forma que sospecho que será dolorosa, y una señorita con una bonita sonrisa me avisa que ya llegamos a la terminal.