Me siento al lado del teléfono...

Me siento al lado del teléfono. El teléfono no se acerca a mí, sino yo al teléfono, porque es uno fijo. Pocos tienen ese número de teléfono, y no porque sea secreto, sino porque ya nadie me lo pide. Ella sí lo tenía, no sé muy bien la razón de porqué se lo di, o si más bien me lo pidió, pero ella lo tenía. Ni siquiera era inalámbrico, y me pasaba largos ratos acostado en el sofá hablando por teléfono con ella. Esos teléfonos fijos los cuales se siente más la respiración y la intencionalidad de la otra persona en cada frase. Pueden llamarnos antiguos, pero ese sonido del teléfono sonando, como así también encontrarnos con una carta en el buzón, eran de esos pequeños momentos de felicidad que alimentaban nuestro día a día.