Me pongo a escribir, no me gusta lo que leo...

Me pongo a escribir, no me gusta lo que leo, hago un bollo con el papel y lo tiro al cesto. Esto se repitió no menos de 14 veces. El cesto de llenó de papel, mi auto-exigencia, o mi escaza inspiración hicieron que nada me gustara. Se me ocurre prender fuego todos esos papeles, me parece una locura, pero cuando mi parte racional me dice que no es lo correcto ya el fuego está encendido. Veo palabras y letras en medio del humo que salen de aquel cesto, me pongo a escribir a contrarreloj pensando que ese fuego puede seguir creciendo, pero en el instante que puse el punto final a eso que sentía que tenía que decir, ese fuego se extinguió.