El lunes pasado abrí el cajón y encontré a mis ojos del pasado. No recordaba haberlos dejado ahí y no sabía si lo correcto era volvérmelos a poner o no arriesgarme a enfrentarme a esa situación. Hoy recuerdo ese pasado muy feliz, disfrutando de cada momento, más allá de ser consciente que no era todo felicidad. Con cierta melancolía me da miedo ponerme esos ojos e ir al pasado para darme cuenta que allí era mucho más feliz. Finalmente me animo, me pongo esos ojos que encontré en aquel cajón y empiezo a ver ese pasado no con los ojos del presente sino con los de aquel momento, y me doy cuenta que esa felicidad casi plena que recordaba estaba lleno de momentos de angustia, incertidumbre y tristeza. Casi como un reflejo me los saqué abruptamente y volví a ponerme los ojos del presente intentando volver a recordar ese pasado con la felicidad que lo hacía antes de abrir ese cajón.