Esa voz inquietante, suave, profunda...

Esa voz inquietante, suave, profunda, que entra principalmente por mi oído izquierdo, pero no por eso mi oído derecho se quiere perder de tal dichoso placer, haciendo un esfuerzo para también poder escucharla. Todavía no sé si tengo las ganas de que esa sea la voz que desee escuchar el resto de mi vida al lado mío, la que me diga un “Buen Día” cuando me levanto, la que me agradezca ante un gesto de amor, la que se enoje cuando lo merezca, o simplemente la que no diga nada cuando el momento lo justifique.