Todo el mundo se cayó...

Todo el mundo se cayó, se hundió, y yo quedé parado, inmóvil, sin saber muy bien que hacer. De repente me encontré que era el único que había quedado parado en mi porción de tierra sin que me haya pasado nada. Miré para abajo y estaban todos intentando levantarse, sin saber muy bien que hacer. Sentí la responsabilidad de hacer algo, decirles algo, intentar ayudarlos, pero estaba tan arriba que no me escuchaban, que no había forma de poder asistir a toda esa gente a pesar de mis gritos. Me sentía solo, muy solo, sin saber qué hacer. Decidí que vivir asi no tenía sentido, así que o vivía sin sentido o saltaba y me arriesgaba a lo que pudiera llegar a pasar. Salté.